Europa se resquebraja. Es eso lo que oímos a diario. Desde la televisión, la radio, la prensa... se nos presenta una realidad desesperante de desunión e incertidumbre, un nuevo cambio se presenta y este no viene sino marcado por la crisis de este modelo en el que vivimos.
La antigua "protección", "seguridad" e "igualdad" que la Europa de unos años predicaba, ha terminado por convertirse en incertidumbre, temor y desigualdad, derivando en un eje norte-sur, donde los países del norte son los acreedores y los países del sur sus deudores.
Mariano Rajoy se deleitaba en sus mítines preelectorales con discursos de bajada de impuestos, fomento de la inversión para favorecer el crecimiento y mantenimiento de las políticas sociales, la realidad actual es bien
distinta; diría que más bien es completamente contraria. Su primer movimiento fue congraciarse con la, entonces, todopoderosa banda Merkozy para que le dieran las directrices, tal y como ya había ocurrido con Papandreu.
¿Acaso es un caso aislado el de Rajoy?
Analizando los devenires de las políticas europeas de estos últimos años, no es raro observar como los líderes de estos países llamados "eje sur" (España, Portugal, Italia...) han perdido su completa autonomía.
El sistema ha derivado en lo que Bassets señala como una "guerra geo-económica", donde los países del frente sur (aquellos que están intervenidos o en fases de intervención), se ponen a disposición de los países del norte, dejando a un lado temas tan cruciales como la soberanía nacional. Merkel y sus aliados nos han ido empujando para seguir el camino de la austeridad, siguiendo el dogma que, aunque ineficaz (véase el caso griego), se impone y se oferta como garante de la recuperación económica sin importar las miserias a nivel
humano que este está atrayendo.
¿Acaso nadie ha parado a preguntarse si la situación social está viéndose mejorada o acaecida con todas estas decisiones, sin importar los costes que pueden tener?
El sistema es otro que se ve afectado por todas estas decisiones "europeas". La democracia, ya tan maltrecha en España ha degenerado en una nueva entidad que no sabríamos describir, que quizás se asemeje más a los
"todopoderosos" aliados-títeres de países totalitarios de otra época, que a sistemas democráticos de corte occidental. No es extraño que se haya generalizado la percepción de que nuestro gobierno tome decisiones contrarias a principios propios o, incluso me atrevería a decir, contrarias a la sociedad.
El fin de la Unión Soviética marcó una era de positivismo, bienestar y "amistad" con todos, incluídos antiguos enemigos. Hemos vivido absortos en una época de prosperidad sin pensar que la burbuja colorida y feliz pudiera romperse.
Si bien las víctimas de hoy día no se amontonan en fosas o cunetas, la miseria se está expandiendo de forma alarmante por los países del sur de Europa. Hace unas semanas Portugal hacía público que bajará los sueldos a todos los ciudadanos, no es de esperar que España, con un déficit superior al objetivo pactado por Bruselas para este año, termine por tomar la misma decisión que su vecino peninsular.
Con un sueldo mínimo interprofesional (SMI) de 640€ y con la incertidumbre de una bajada generalizada, no desesperemos en que los frutos de hoy sean los despojos de mañana.
